¿Sabes cómo leer las etiquetas de los productos? (Parte II)

La semana pasada te contamos los secretos que necesitas saber para leer correctamente las etiquetas de los productos y así conocer toda la información que te proporcionan.
Como seguramente habrás notado, es increíble cómo un espacio tan pequeño contiene tantísima información. Es por esa razón que hoy te presentamos aquí la segunda parte de esta serie de artículos. Una sorpresa anticipada: ¡no será la última!
Esto son aditivos, esto son ingredientes
Cuando cocinas en casa utilizas una lista de ingredientes siguiendo una receta específica de transformación y cocinado.
En términos técnicos, un ingrediente alimentario es toda sustancia que se utiliza en la preparación de un alimento y que sigue estando presente al terminarlo. Por tanto, se consideran ingredientes una pechuga de pollo, el agua, las especias, unas zanahorias o una cebolla, pero también los llamados aditivos.
Lo que hace especial a los aditivos es que son sustancias que no se consumen como alimentos por sí mismos ni se usan como ingredientes característicos un alimento. Es decir, puedes cocinar unas zanahorias, pero nadie en su sano juicio se comería un aditivo a cucharadas.
¿Qué utilidad tienen los aditivos?
Su presencia tiene simplemente un propósito tecnológico. Es decir, se añaden simplemente porque mejoran alguna etapa de la preparación del alimento o de su cocinado. Por ejemplo, como al cortar una manzana se oxida en contacto con el aire, puede ser interesante añadir un aditivo que evite esta oxidación; un antioxidante.
Aunque puedes sentirte tentado de pensar que no deja de ser una sustancia “industrial”, lo cierto es que la humanidad siempre ha dependido del uso de aditivos. Esto es muy importante recordarlo. ¿Quieres ejemplo? Tienes el zumo de limón, un poderoso antioxidante que, por ejemplo, es fundamental para que platos como el ceviche puedan prepararse correctamente. Cuando preparas una vinagreta con limón y manzana estás también usándolo como aditivo.
¿A quién no le gusta la vainilla? Esta sustancia es un ingrediente de multitud de recetas por su poder saborizante. Y si eres de esas personas que prepara mermeladas en casa seguramente conozcas el truco de usar pulpa de manzana para espesarlas; estás usando las propiedades de la pectina. Aunque si lo que quieres es espesar una salsa seguramente añadas una cucharada de harina…
En resumen, muchos ingredientes históricos se han usado por estas ventajas añadidas. Como ha pasado tanto tiempo y son de uso tradicional no les solemos considerar como aditivos, ¿pero acaso no lo son? Lo curioso es que muchas de estas sustancias se usan en la industria alimentaria con el mismo fin, aunque un poquito refinadas. ¿Para qué usar zumo de limón si la sustancia antioxidante es el ácido cítrico?, ¿para qué usar manzanas si podemos usar pectina directamente?, ¿para qué usar harina molida de trigo si nos basta con el almidón que contiene?
El misterio de los números E
Y es por este motivo que muchos aditivos actuales usan nombres que nos parecen extraños, pero que no dejan de ser más familiares de lo que pudiéramos pensar. De hecho, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) indica que para que un aditivo pueda comercializarse y utilizarse en los alimentos que compramos debe cumplir con 3 condiciones:
- Debe existir una necesidad tecnológica que justifique su empleo y que no puede ser satisfecha por otros medios económica y tecnológicamente practicables
- Su presencia en el alimento no debe inducir a error al consumidor; es decir, debe declararse en el etiquetado
- Debe haber pruebas científicas que demuestren que su uso es seguro para las personas
Donde surge el concepto de los “números E”
Para facilitar su reconocimiento, los aditivos deben nombrarse en el listado de ingredientes. Aunque puede usarse su nombre técnico, como a veces es tan largo, suele usarse un código que, además, proporciona información de para qué sirve, cuestión que por su nombre es imposible de saber. En la Unión Europea se usa la letra E seguida de un número de tres cifras:
- E 1 (y dos números más): Colorantes
- E 2 (y dos números más): Conservantes
- E 3 (y dos números más): Antioxidantes
- E 4 (y dos números más): Consiguen la textura deseada
- E 5 (y dos números más): Regulan la acidez
- E 620 a E 635: Potencian el sabor
- E 901 a E 904: Aportan brillo y lustre
- E 950 a E 967: Edulcorantes
Y hasta 27 clases diferentes.
Así, si ves que un alimento contiene ácido cítrico seguramente no sepas ni qué es ni para qué. No puede decirse que tenga jugo de limón, aunque ésta sea la fuente tradicional, pero si consta como E 330 se puede saber, al menos, que es un aditivo añadido por sus propiedades antioxidantes.
¿Y cómo saber qué es exactamente el E 330 más allá de que es un antioxidante?
La forma más efectiva de asegurarse de que un aditivo alimentario está autorizado y qué es, consiste en verificar su presencia en una lista de aditivos. El problema es que existen muchas listas no oficiales cuya información no está avalada por ningún organismo oficial y que por nuestra parte no podemos recomendarte. La que manejan los profesionales es la que figura en los anexos II y III del Reglamento (CE) Nº 1333/2008, sobre aditivos alimentarios. No obstante, la web de la UE ofrece un listado actualizado con todos los aditivos autorizados y, no sólo eso, los alimentos que pueden llevarlo y, de haberlas, las restricciones de consumo para nunca abusar de ellos. Te la dejamos en este enlace para que puedas consultarla siempre que quieras.
Esperamos haberte ayudado a entender mejor qué son estas sustancias, pero si tuvieras alguna duda que te gustaría solucionar lo mejor es que contactes con nuestro equipo de profesionales Lev. Estarán encantados de ayudarte y de presentarte el método Lev de adelgazamiento. El método Lev no sólo es efectivo, también es seguro y cuentas con un soporte especializado en todo momento.