Alimentación saludable en invierno

Aunque desde finales de diciembre ya se nota que los días son más largos, lo cierto es que estamos en pleno invierno y aún quedan unas cuantas semanas hasta recibir a la primavera. Así que la pregunta que muchas nos hacemos es si es necesario modificar una alimentación saludable en invierno.

¿Hay que cambiar nuestra rutina de alimentación en esta estación?

Se tiende a pensar que para compensar el frío que experimentamos debemos aumentar nuestra ingesta calórica porque dado que nuestra grasa corporal actúa como un aislante térmico y produce calor, es ahora cuándo deberíamos mantener dichas reservas. El razonamiento tiene lógica. Pero la realidad es que hay que mantener una ingesta energética similar durante todo el año porque nuestro metabolismo no cambia según la estación en que vivimos. Es siempre el mismo y siempre hace lo mismo: transforma la energía y los alimentos que consumimos en combustible para pensar, crecer, movernos, y calentarnos.

Vale, ¿y si viviéramos a la intemperie, o fuésemos desnudas por la calle? Podría ser que la demanda energética necesaria para calentarnos fuese mayor. Pero en esas situaciones lo que sucede es que no somos capaces de calentar nuestro cuerpo y sufriríamos una hipotermia. No hay compensación que valga.

Platos calientes y de cuchara

Es una estación ideal para comer sopas, cremas, guisos o platos al horno. El que nos apetezcan tanto es consecuencia de una ilusión que construye nuestro cerebro al recibir estímulos de calor procedentes de los receptores sensoriales que tapizan nuestra boca y esófago. Al final, lo que hace el cerebro es extender esta agradable sensación térmica localizada al resto del cuerpo. Como si también manos, brazos, tronco, piernas y pies estuviesen recibiendo esos estímulos de calor. ¡Es muy agradable!

Así que el invierno es una estación ideal para experimentar con la cocina de antaño. ¿Nunca te preguntaste porque la cocina tradicional es tan de puchero y fuego? Entre varios motivos, precisamente porque es una manera estupenda de engañar al frío… pero nada más.

Elige productos de temporada y atrévete con ellos.

Las verduras de temporada son siempre una base sobre la que construir cualquier plato, y en el invierno las verduras de raíz son muy abundantes: calabazas, boniatos, puerros, cebollas, zanahorias, o remolachas son opciones ideales que, además, colorean cualquier plato y proveen gran cantidad de calorías y nutrientes, lo que te ayudará a sentirte saciada mientras comes saludablemente.

Las legumbres pueden ser son otras grandes aliadas.

Garbanzos y alubias son el fondo de cualquier caldo tradicional. Pero también los arroces, el trigo o la avena son buenas opciones. ¿Un cocido montañés?, ¿qué tal unas gachas?

Aunque te parezca sorprendente, las comidas copiosas o con exceso de grasa son totalmente contraproducentes en invierno. Suelen producir digestiones pesadas, lo que significa que la sangre se concentra en los vasos sanguíneos de los intestinos mientras sucede la digestión y el resto del cuerpo se queda desabastecido de sangre. Y, ¿sabes quien transporta nuestro calor corporal? Efectivamente, la sangre. No, no es buena idea preparar estos platos en días de frío.

Recurre a las especias

Dado que la sensación corporal de calor es una ilusión, aprovéchala recurriendo a especias y condimentos. El picante es el clásico sazonador que genera sensaciones térmicas de calor. Pero también el ajo, el jengibre, la pimienta negra, la cayena, la canela o el perejil y el cebollino. Juega con las cantidades porque algunas de estas especias son capaces de generar la sensación opuesta y despertar sensaciones frescas.

Caldos con verduras

Habrá días duros en los que hayas pasado mucho frío. Te sentirás mejor con sopas concentradas, prepara un caldo de fondo con pescado o carne y utilízalo para cocer unas verduras cortadas en gajos y rodajas generosos. ¿Conoces la sopa de miso? Es un plato de origen japonés muy sabroso y sustancioso. ¡Y es que Japón es una isla donde saben bien lo que es vivir inviernos fríos!

No olvides hidratarte y beber a menudo.

Como no sudamos podemos creer que no estamos deshidratándonos, pero lo cierto es que los inviernos en nuestra península suelen ser bastante secos. Eso significa que estaremos perdiendo agua por sudoración de manera constante, ¡aunque no nos demos cuenta! Un té caliente o cualquier infusión cumplirá perfectamente su objetivo.

 

¡Abrígate y disfruta de estos días! Hay que saber disfrutar de todos los momentos del año.

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